Sunday, April 05, 2009

Alba

Estando Gabriel enredado entre papeles, ideas y recuerdos, quedó de pronto conmovido por la vista de Alba. Ella fue y no fue... , y es que no podia ser aunque quisiera, aunque estuviera, aunque pasara por sus labios y sus manos. En palabras sin sentido, palabras esquivas se hizo hace tiempo la distancia, en historias incompletas que sonaban estúpidas y en silencios no acordados que solo crearon nuevas torturas y falsos espacios. El tiempo pasó y Gabriel creció sin saber nada de Alba, y el tiempo como un lastre colocó en su corazón el peso de sus propias cadenas arrastradas y oxidadas. Gabriel conoció a Margarita, a Blanca, a Luisa y Diana, pero Alba seguía ahí, en el fondo, en la sonrisa de la mirada perdida, en el suspiro de la tarde cuando los ojos siguen el sol rojizo que se une al agua. Gabriel unió su vida a Blanca, a quien amó, al igual que a sus hijos Carlos y Matilde, a quienes dedicó su vida. Y así vivió el resto de sus dias una vida un poco más sabia y sosegada . . . y cada tarde cuando el sol llegaba a las montañas, se le escapaba una sonrisa, un suspiro y una mirada.

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