El caballero enajenado

En una frivola mirada al pasado se encontró con los ojos de su alma
Entonces los fantasmas se volvieron rostro y la luna bajó y se volvió carne
Ya no había más vodka
Un escalofrío tenso recorría su espina mientras sus pulmones inhalaban el aire
turbio, contaminado por sus propios demonios inmarcesibles
Ya no había más wiskey
Su garganta ya no sentía, el aguardiente era agua dulce,
la vida parecía una comedia trágica en la que todo era motivo de risa y llanto
Ya no había más aguardiente
De pronto no podía controlar sus manos, las palabras que escribía se hacian largas y los argumentos se hacian cortos. Empezaba a dejar de razonar
Ya no había más vino
Así se sumergió en la inconsciencia ilusa de los enajenados por mucho, mucho tiempo.

Alienado, permaneció sin sentido, sin frontera, sin motivo, rodando entre brazos igualmente alienados de seducciones igualmente enajenadas e irracionales. Usar y ser usado se hizo un vicio, vicio de piernas y caderas, vicio de labios, vicio compartido.

Y enajenado olvidó sus sueños, sus amigos
olvidó sus lazos, su familia
y se perdió en imágenes que giraron alrededor de sus ojos por muchos años