Adios, pequeño visitante
Hay quienes vienen sin nombre y quienes tienen nombre y no vienen. Hay luces que se extinguen sin siquiera haber iluminado. Entonces solo queda el sufrimiento de la sonrisa que se extingue, de la lágrima silenciosa que se va, igual que la vida, igual que el tiempo. Es así, lo acepto, pero me niego a olvidar la sonrisa y el beso, la mirada orgullosa suya y mía que sobrecogía un futuro anhelado. Me niego a olvidar la redondez de su sonrisa y sus mejillas rosadas que tal como un espejo me mostrarían mi pasado, mi presente y mi futuro. En la incompleta soledad pequeñas almas sonrien a la vida que les espera con cariño y tal vez con dudas, y a veces sensibles se van y nos dejan solos con nuestros miedos y verguenzas. Adios, pequeño yo, pequeño nuestro. Ahora solo podrás estar en nuestro corazón y en nuestra historia.